Por Bryan Saavedra

CONEXIONES DIFÍCILES.
Una línea de luz verde atraviesa el negro de un televisor cuadrado debajo de la carpa. Es la señal de prueba de los gitanos Yanko Spiro (26), de Concepción, hace 15 años en Calama, y Iango Ledezma (41), padre de seis hijos. Trabajan el bronce, cobre, arreglan calefonts, juntan baterías, una recibe energía de un panel solar ubicado al medio del peladero.

PÉRDIDA DEL LUGAR TRADICIONAL.
Antes vivían en Latorre con Chorrillos, donde había un taller mecánico y uno eléctrico. Con la llegada del Jumbo y el Easy el peladero se achicó y cerraron el terreno que solían instalarse históricamente. Hoy viven detrás de la Escuela Valentín Letelier, son unos 20.

TIPOGRAFÍAS.
No comercializan autos como los anuncios que nunca cambian de tipografía. No viven acá ese tipo de gitanos. “Se encuentran en otro lado. Esos gitanos son malos, son muy cuicos, como de plata, ¿cachai? Se creen, andan con banano, andan con joyas. Uy, se creen la muerte”, dice Yanko.

HUMILDAD.
Les gusta vacacionar en La Serena y Coquimbo y hablar de vehículos. Los vecinos los ayudan y discriminan. “Si nosotros tenemos un billete de 20 lucas vamos al almacén y lo gastamos altiro todo”, cuenta Iango que llama a Sara y habla que tienen otros seis nietos.

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