Los esfuerzos por apoyar a Cobreloa se volvieron símbolos e identidad de Calama, marcando una época en la que 11 jugadores bajaron algunas las estrellas al desierto. Un comienzo lleno de triunfos y un momento que nunca se ha vuelto a repetir.

Por Felipe Núñez y Bryan Saavedra

De las entrañas de canchas de tierra de calle Balmaceda, las poblaciones O’Higgins, Las Vegas, la 23 de Marzo, junto con figuras de Chuquicamata, surge la piel que vestirá a Cobreloa, un equipo que llevó a Calama al mundo, mediante un inesperado comienzo inspirado en el deseo de un pueblo.

“Antes de que naciera Cobreloa, Deportes El Loa, que lo comanda- ba Roberto Rodríguez y don Cesáreo Castillo Michea, y algunas personas importantes, como el dueño del Molino Rojo, Domingo Iraola, gente de Calama, querían tener un equipo profesional”, dice Carlos Rojas, oriundo de Ollagüe, que formó parte del primer equipo. Deportes El Loa vestía camiseta amarilla, pantalones azules y medias blancas, porque a Rodríguez le gustaba el fútbol de Brasil. La competencia en Calama y Chuquicamata era fuerte, los fines de semana convocaba multitudes a presenciar el clásico Tronador v/s Correvuela. El club participaba como cualquier equipo de la Asociación de Fútbol de Calama (Afucal).

“La opción de que Calama tuviera fútbol profesional nace una vez que es campeón nacional el año 59 del fútbol amateur y el 61 es campeón Chuquicamata”, cuenta Hugo Marambio, periodista deportivo, editor de los libros Mi Historia Naranja.

Con este sueño se busca la asociación con Santiago Morning, Magallanes o Antofagasta, pero la gente no encontraba justo vincularse con un equipo de afuera. En septiembre de 1976 se conforma el comité “Pro Ingreso al Fútbol Rentado” agrupando a empresarios, dirigentes deportivos y autoridades, iniciativa fundamental para lograr, después de varios intentos, tener un equipo profesional.

Es así como en noviembre de 1976, se convoca a trabajadores de Calama y Chuquicamata a una prueba. “Nos llaman a una prueba en el Estadio Anaconda, donde nos juntamos todos. Y bueno, nadie sabía de qué se trataba, jugamos toda la mañana, pero en la tribuna estaba Fernando Riera que eligió un equipo, porque era pura gente de Codelco, dejó a 13, 14”, cuenta Carlos Rojas.

De vuelta a la mina el lunes los ci- tan con Nicolás Tschichow, gerente general de la División Chuquicamata de Codelco, José Gorrini, subgerente de la misma y Mario Puente, ex general de Carabineros. Y les comentan que empezarían a entrenar en el Estadio Anaconda, porque querían presentar un equipo a la Asociación Central de Fútbol.

EL PRIMER EQUIPO

Carlos Rojas, Juan Maldonado, Luis Huanca, Armando Alarcón, Héctor Castillo, Guillermo González y Gustavo Cuello fueron los seleccionados para hacer la base. Trabajan todo noviembre en una gira de Arica a Vallenar, donde se suma Raúl Toro y Darbin Pérez.

Los equipos que jugaban en Antofagasta venían a Calama y perdían con este grupo que sería Cobreloa. Fueron derrotados Universidad Católica, O’Higgins y Huachipato. A sus jugadores les dijeron, el 31 de diciembre, que esperen hasta el 7 de enero de 1977, cuando aceptan al equipo en el fútbol profesional y se desata una fiesta en Calama. En El Mercurio de Calama el periodista Héctor Pumarino Soto, el 10 de enero de ese año, señala la expectativas de la época: A nuestro deporte ciudadano de cosechar choclos y lanzar barras de cobre al mundo, se agrega ahora esa enor- me satisfacción del deporte, pasión de masas, del fútbol, que será un nuevo nexo de confraternidad y de unidad, con las demás ciudades de Chile, abriendo incalculables perspectivas deportivas, cultura- les, económicas y sociales, a los habitantes de nuestra aguerrida provincia de El Loa.

“Cobrábamos como todos los trabajadores en la ventanilla, hasta ese día, después de ese día nos becaron y teníamos archivos de supervisor. Así que de ahí nos empezaron a cancelar en el banco”, recuerda Rojas. “Ahí desaparece Deportes El Loa, no hay ningún equipo en Chuqui ni en Calama que tuviera personalidad jurídica, pero don Cesáreo Castillo Michea, que era el dueño de la Casa Mamita, que todavía subsiste ahí en calle Sotomayor (y había sido presidente de la Afucal hasta 1976), él hace desaparecer a Deportes El Loa y él le da la personalidad jurídica y nace Cobreloa”, complementa.

La primera contratación del equipo fue Juan “Roly” Núñez que venía de Naval, también llegaron Germán Concha, el arquero Daniel Díaz, Manfredo González y Elmo Aedo. Grupo que disputa partidos preparatorios con la selección de Tocopilla y la UC en Chuquicamata, hasta que viajan a Santiago, al centro de entrenamiento Las Vertientes, donde conocerán a los jugadores extranjeros que llegarán al plantel y a su primer técnico, Andrés Prieto, que había sido campeón en Uruguay y dirigió a la UC y Colo Colo.

30 DE ENERO 1977. Plantel de Deportes El Loa en un alto de sus entrenamientos diarios en el Estadio Anaconda. Los «zorros» enfrentan hoy al cuadro profesional de Universidad Católica, que llega con antecedentes muy positivos, logrados recientemente en su gira al sur del país. Descripción de El Mercurio de Calama.

7 DE FEBRERO 1977. Los primeros goles de Cobreloa los anotaron Armando Alarcón y Juan “Roly” Núñez.

Para Carlos Rojas esto era un sueño. Venían del fútbol amateur y conocieron a figuras como Guillermo Yavar, Francisco Chamaco Valdés, Juan Olivares, Luis Ahumada. También extranjeros que habían gana- do la Copa Libertadores como Luis Garisto con Independiente, Julio Correa que jugó con Pelé en el Cosmos, Baudilio Jauregui que había estado en River Plate. Hasta que debutan por Copa Chile el 6 de febrero de 1977 frente a Regional Antofagasta, donde 3 mil hinchas loínos acompañan a un plantel que viste trajes elegantes antes de colocarse la ropa deportiva, logrando ganar 2 a 0 con goles de Alarcón y Núñez.

“El primer partido que jugamos en Antofagasta lo jugamos con un equipo parecido al de la selección chilena: camiseta roja, pantalones azules y medias blancas, pero allí veníamos de Santiago, porque el estadio de Calama lo estaban reparando”, recuerda Rojas.

Una vez que el estadio municipal termina su remodelación acorde a las exigencias de la Asociación Central de Fútbol, financiada por Codelco, y tras perder en La Serena 1 a 0, el equipo debuta en su cancha el 26 de febrero de 1977 derrotando 2 a 1 a Ovalle. “Cobreloa nace y hacen que todos los socios sean de Codelco. Tú entrabas a trabajar a Codelco y, antes de firmar el contrato, tenías que firmar como socio. Y por cada socio que tenía Cobreloa, Codelco le daba dos más. Entonces había 45.000 socios al día. El estadio a las 11 de la mañana estaba lleno, por eso se pudo traer la calidad de jugadores y la calidad de personas”, comenta Rojas, quien considera que, desde el principio, los uruguayos dejaron una enseñanza muy grande sobre tener buenas personas y que Andrés Prieto era muy cercano con la gente en esa época en la que casi todos ellos andaban a pie.

La primera camiseta naranja apareció después, porque al principio jugaron con una blanca. Según Rojas en esta decisión discutieron representantes de entidades ligadas a la creación del club. “Los colores de Cobreloa son amarillo, blanco y naranja que son los colores que tenía LADECO y Pierre Kerckhoff, gerente administrativo de Enaex que era holandés, dice naranja. La disyuntiva era si le ponían granate de Chuquicamata, la gente de Ca- lama iba reclamar, porque era Deportes El Loa y si le ponían verde de Calama, la gente Chuqui haría lo mismo”, explica Rojas.

Este equipo, a finales de 1977, consigue el ascenso a través de la liguilla de promoción usando la camiseta naranja que pronto conocerá todo el mundo.

LA PRIMERA SIRENA

“Yo creo que la sirena fue parte de un hito que empezó como una for- ma de apoyar al zorro. Y quedó”, dice Fabiana Rosales Pinto, bibliotecaria de la Biblioteca No 359 To- más Paniri. Recuerda que su padre, trabajador de Codelco, era uno de los socios obligados y conoció Cobreloa en 1977, cuando era niña. Su familia siempre iba al estadio y está vinculada con otro símbolo del equipo, ya que junto con Cobre- loa también nace la sirena. Cuando los tíos de Fabiana cumplieron 50 años de matrimonio hicieron un documento que cuen- ta esta historia de hinchas mine- ros. “La mítica sirena de gol que acompañó a Cobreloa en tantas jornadas de victoria fue creación del Negro Pinto junto a sus grandes compañeros de trabajo. Osa- damente, se tomaron la torre de iluminación norponiente del esta- dio. La escalaron para instalar una sirena, cuyo sonido era idéntico a la alarma que escuchaban cuando entraba en movimiento un puente grúa o la puesta en marcha de los molinos de la concentradora de Chuquicamata. Desde la misma torre extendieron un cable de más de 80 metros, conectado a una botonera debajo de un asiento, que en definitiva sería la que accionaría la alarma de gol”, indica el documento.

Los cambios y remodelaciones fueron modificando la ubicación de la bocina, además existieron otras, algunas a manivela y unas que conectaban directamente en una batería de auto. “Esa sirena recorrió los principales países de Sudamérica: Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay. Y en algún momento en Argentina quisieron robársela a los hinchas de Cobreloa, pero eran buenos para los combos y la defendieron y la trajeron de regreso”, comenta Hugo Marambio.

En las alturas. Apuntadas a la cancha enganchadas con alambres oxidados al inicio de las torres que sostienen, más arriba, la iluminación sobre la tribuna Pacífico, dos sirenas suenan desde el mecanismo de un botón de una caseta don- de se ubica el locutor/a del estadio. Con la sirena Cobreloa logra gran- des triunfos en sus inicios. “Estos trabajadores que instalaron la sire- na, algunos están vivos, a lo mejor otros ya fallecieron o emigraron de Calama. Entonces el nexo que hay es la camiseta naranja. Aparte que vinieron los triunfos muy seguidos. O sea finales de Copas Libertado- res, ser campeones el 80, el 82, el 85. Fue una época de muchos triunfos al inicio”, relata Fabiana Rosales.

Hugo Marambio explica el éxito del equipo de los 80s: “Lo que pasa es que el modelo de negocio de Cobreloa era espectacular. Quienes trabajaron en ese tema fue espectacular. Y bueno, después, es sabido, hace pocos años Codelco dejó de apoyar a Cobreloa y ahí la situación cambió”.

EL PRIMER ZORRO

Además de la sirena, Cobreloa tiene otro símbolo: el zorro del desierto y uno de ellos acompañó al club en sus inicios, cuando fue al estadio junto a su dueño Gerónimo Domínguez, oriundo de Chuquica- mata, que conoció a Cobreloa a los 12 años. Escuchaba la sirena los domingos, pero no se sabía tanto del equipo hasta el ascenso.

Los primeros hinchas no tenían acceso a tanta indumentaria y confeccionaban camisetas artesanales. “Uno encontraba una polera de color salmón y con un lapicito, con un papel, uno le ponía acá (apunta su pecho). Eso era la identidad”, cuenta el hincha histórico.

En esos años no había túnel. Solo una reja que separaba al público. No había fotos para sacarse con los primeros jugadores, pero sí lápiz y papel para conseguir autógrafos. “A mí nadie me dijo oye, tiene que gustarte Cobreloa. Naranja, no. A mí me gustó por- que en realidad lo vi. Lo vi crecer acá. Y lo vimos crecer con varios de mis compañeros de curso”, dice Gerónimo.

Por esos años su cuñado, haciendo el servicio militar en Conchi, encontró un zorro cachorro que llevó a Calama y terminó regalándoselo. Lo crían como un perro y va creciendo hasta que deciden llevarlo al estadio. Fue para un entrenamiento. Gustó tanto al plantel que Gerónimo y el zorro pasaron a ser parte del equipo.

La primera aparición del zorro fue en un partido contra Santiago Morning cerca de las ocho de la noche. “Entré con el zorro por la mitad de la cancha, empecé a pasearlo. La primera vez lo saqué con una correa y la segunda vez le pusimos una camiseta de guagüita, de niñito chico, de color salmón y ya el zorro ya entraba vestido al estadio”, recuerda Gerónimo que estuvo cerca de un año haciendo esta presentación.

Cuando el zorro creció se saltaba las panderetas del patio. Como mataba gallinas y zamarreaba conejos decidieron ir a dejarlo al río. El zorro trató de volver a la casa y, en eso, fue atropellado. No tuvo un final feliz.

“En alguna oportunidad quise, pero nunca lo intenté, ir a una universidad que está en Antofagasta, porque ellos tienen en cautiverio animales que han rescatado, y tratar de que me prestaran un zorro para poder volver a hacer lo que hice cuando era niño chico y pedir los permisos como corresponde”, desea.

LA SIRENA. El sonido característico de cuando Cobreloa va atacando viene de estas bocinas instaladas en las alturas del estadio.

HISTORIA. Gerónimo Domínguez conoció al equipo en sus inicios, cuando era niño.

Los primeros jugadores vivían en la Villa Ayquina junto a los primeros trabajadores de Codelco trasladados. Existía vinculación con la gente de Calama, aunque llega un momento en que Cobre- loa decae y nunca más retoma una época similar a sus primeros años en los que también estuvo vinculado a las Fuerzas Armadas. Sus jugadores viajaban con mili- tares y, cuando fueron campeones por primera vez, los invitaron a La Moneda. “Casi todos los niños iban al Lezaeta, nos juntábamos para ir a dejarlos. Las mujeres se juntaban para ir a buscarlos. Entonces era una familia Cobreloa siempre. Yo creo que hasta el 85, 86 fue una familia”, cuenta Carlos Rojas. Mientras Cobreloa seguía al alero de Codelco sus gerentes elegían a la directiva, hasta que un día los dirigentes comenzaron a elegirse entre ellos. “Yo creo que, muy respetuosamente y de verdad con los pies bien puestos sobre la Tierra a mis 68 años, creo que a lo único que le hizo mal la democracia fue a Cobreloa”, revela Rojas.

EL PRIMER DESCENSO

Junto a José Sulantay, en 1992, Cobreloa consiguió su quinta estrella incluyendo robos de entradas para la final. Pasaron varios años hasta que en 2003 (Apertura y Clausura) y 2004 (Clausura) volvieron a ser campeones de la mano de Nelson Acosta y Luis Garisto. Hoy se teme volver a descender como sucedió en 2015 y pasaron varios años para volver a Primera A en 2024. Cristian Insaurralde, el mejor jugador del Ascenso 2023, analiza el presente: “Ojalá que podamos ser partícipes de acá a unos años de este crecimiento que necesita el club, para volver a encontrarnos con eso tan lindo que ha dejado los años 80, donde han dejado a Cobreloa en lo más alto y mi sueño sería ese”.

Carlos Rojas considera que hay poca identificación con el club y que pueden encontrar nuevas estrellas que vistan la camiseta naranja en las canchas de las poblaciones Independencia, Las Vegas, 23 de Marzo, como en sus inicios. “Nosotros que estamos quemados por el sol, que nos matamos de frío a las 7 de la mañana, que a las 11 del día nos tenemos que sacar la ropa porque estamos muertos de calor, esa es la historia de Cobre- loa, entonces eso hay que pasarle a los niños, a la gente joven. Cobreloa hizo historia, y nadie se la regaló, la historia se ganó, la ganó tu papá, tu abuelo, que fueron hinchas de Cobreloa, el vecino del frente, el vecino que falleció, ellos hicieron la historia de Cobreloa. Cobreloa fue para mucha gente el amor de su vida”, finaliza el jugador histórico.

1992. Junto a José Sulantay Cobreloa logra bajar su quinta estrella. Anteriormente había disputado dos finales de Copa Libertadores, convocando a hinchas de todo Chile.

En 2003 (Apertura y Clausura) y 2004 (Clausura) Cobreloa vuelve a campeonar de la mano de Nelson Acosta y Luis Garisto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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