Lo que se juega hoy es demasiado importante para todos. Nunca, en toda la historia de Chile, se le había preguntado a los ciudadanos si querían cambiar la Constitución o les gustaba la que tenían. Y la Constitución es demasiado importante. Es la madre de todas las leyes, es el texto que garantiza nuestros derechos y deberes como ciudadanos.

Anteriormente, siempre hubo pillerías para que la gente votara como le pareciera al gobierno de turno. En el plebiscito de 1925, Alessandri planteó un proyecto constitucional cuyo voto de rechazo detallaba que el elector deseaba mantener el sistema parlamentario, “con la facultad de la Cámara de Diputados para censurar y derribar gabinetes…”. El texto justamente apelaba a los hechos de los cuales la ciudadanía ya estaba cansada y habían llevado a la crisis de 1924. En 1980 parecido, pero pillería al fin. La dictadura no dio espacios a la oposición y, con el control total de los medios de comunicación, colapsó por todos lados a votar a favor de la que llamaba “Constitución de la Libertad”. Aparte del texto constitucional, que ya era malo, agregaba un inciso en el que dejaba a Pinochet por ocho años más en el poder.

La Constitución de 2022 no está escrita, pero puede ser realidad hoy con la voluntad del pueblo. La gente decide si la quiere, pero debe tener presente que una Constitución no va a solucionar de repente los problemas que tiene el país. Las protestas y la épica que comenzó en octubre no debe cegarnos con situaciones irreales de panacea inmediata. Los efectos de una Constitución Política demorarán años en plasmarse en la realidad nacional, décadas incluso. No olvidemos que a la dictadura le costó años imponer el sistema de libre mercado porque no es tan fácil. La Unión Soviética, en sus inicios, tuvo que echar pie atrás y aceptar por un momento la propiedad privada con la NEP, precisamente porque los procesos dependen de generaciones.

Los movimientos sociales deben entender que los procesos históricos no se establecen con la inmediatez, y que ese Chile que estamos soñando desde el 18 de octubre del año pasado sigue siendo solo teoría porque no se ha cambiado una coma del modelo. Lo de hoy es apenas un granito de arena en la historia, un momento que es histórico para nosotros pero no va a pasar de ser un apunte aburrido en los libros del futuro, como cuando en el liceo nos enseñaban de la historia reciente. Nuestros hijos, o nietos, podrán disfrutar de los derechos que estamos empujando hoy con el voto. Nosotros estaremos viejos -quizá muertos antes de que eso se llegue a plenitud.

Por lo mismo, es momento de tomar seriedad e importancia de lo que se define en las mesas de votación. No sabemos si la violencia -inútil, siempre ha sido estéril- va a seguir, pero la historia ha demostrado que el camino correcto es preguntando la opinión al pueblo, que sea él quien defina su destino.

Es importante no cagarla. Seguir saliendo a dejar la zorra en el centro, con la excusa de que la rabia contra el sistema se justifica por lo injusto que es, es una falacia igual de corneta como la que usó la dictadura de Pinochet al perseguir a los militantes marxistas porque de ellos -según los milicos- era la culpa de la debacle del país. Se demostró que esa falsa dicotomía de causa consecuencia (yo hago esto porque otro me llevó a esto) terminó con el sufrimiento de miles, porque unos pocos creían que eso era lo mejor para todos y que lo que hacían no era tanto como lo que hicieron otros. Disfrazar el instinto con la razón, aunque no se tenga, es una mala idea y no piensa en el mañana.

Hay que ser inteligentes. Y ya, puede que no nos guste el sistema y que la elección de constituyentes va a tener vicios muy callampa, pero hay que entender lo difícil que fue modificar la actual Constitución para la generación que nos precedió. Es lo que tenemos ahora, pero mañana podríamos tener otra herramienta que dejemos definida desde ya. Lo que debemos valorar es que hoy tenemos una oportunidad única que no podemos dejar pasar, porque en ello se define la historia de los próximos 50 años. Y a nuestra generación le tocó esa responsabilidad. Chile es de todos, y a todos nos corresponde la tarea de hacerlo un país mejor.

Editorial N° 28 Bush In Action por Laca Mita

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