Apenas salió Tinder, aplicación creada para conocer el amor de la vida o simplemente culiar, miles de personas comenzaron a subir sus perfiles con fotos posadas y descripciones de vidas extraordinariamente interesantes tratando de impresionar al otro. BUSH IN ACTION experimentó tratando de conquistar gente con descripciones estereotipadas y fotos de productos de aseo, así por huevear. Adivinen como nos fue.

Por Sebastián Espinoza y todo el equipo de Bush in Action.

Imagínense llegar a sus casas un día martes por la noche, luego de un día de nubes, tristezas y de pensamientos constantes de tirarse de hocico a un vaso de trago de muy mala calidad, escuchando rancheras con letras de muertes y desgracias. No es lo que todos esperamos al llegar a nuestra casa, si es que tienes una.

Luego de tomar muy malas decisiones relacionadas a mi soledad , inseguridad emocional y miedo a conocer gente, me decido a revertir esta situación, cuestionándome a mí mismo por la poca habilidad de tener más lotes y así acceder a hablar con mujeres. He decidido evaluar mis opciones. Me meto a Facebook y solo me doy cuenta que tengo puras fotos de familias, piolines con mensajes de buenos días y funas de internet.

Ya que no creo mucho en Instagram -busco en internet app o paginas para conocer gente-, me encuentro con Tinder, una aplicación que te promete encontrar el amor de tu vida con la foto que elijas y la descripción que estimes conveniente de ti. El alcohol hacía efecto, sonaba el interminable “Grandes Éxitos” de Luis Miguel y la malísima calidad de mi internet.

Se me fueron pasando las copas en mi soledad, fue una muy mala jugada porque me empecé a cuestionar cosas relacionadas a mi vida social y amorosa, lo que provocaron un odio interminable al mundo. No sacaba nada con ser único, tener mi propio estilo musical y vestir diferente. Quizá debía ser un estereotipo de gente normal que bebe buenos licores, hace deporte, fuma cigarros con una bufanda, le gusta el teatro y el arte. Algo muy conceptual -y muy normal- en la época del año que estamos.

Lo primero que se me viene a la mente es una descripción llamativa. No voy a poner mi nombre de pila, con algo normal y la frase “Colo Colo es mi pasión”, así que decidí algo mas conceptual, llamativo y moderno: “Libra en constante flujo con los astros. Pintor empedernido, adicto al vino y a los atardeceres junto a mi cámara. Fanático del cine francés de los 60 y papá de dos gatos”, más una frase inventada con la que cualquiera competiría en sus redes sociales.

Y la guinda de la torta: la foto de un envase de Clorox que estaba frente a mi, porque hace unos 20 minutos se me había acabado el copete y lo que tenía ahora con un sabor más similar era eso. Luego de aceptar el “Si a todo” y dar todos los match disponibles en un día, me decido a dormir en mi oscuridad como siempre, más una sal de fruta por la acidez que sufro a diario.

Al otro día, increíblemente, mi celular tenía notificaciones de que había encontrado el amor de mi vida. “Tienes un match”, dice (inserte fotos de corazones y llamas). Y no solo era uno. ¡Tenía siete! ¡Siete poh! ¿Qué fue lo que desató esa oleada de conquistas con una foto de cloro? No lo sabemos. Es por eso que con el equipo pulento de BUSH IN ACTION lo pondremos a prueba. Cada miembro pondrá una foto de su artículo de aseo favorito más una bonita descripción estereotipada durante siete días , dando laics como locos y esperando a que alguien quiera hablar con un producto de aseo. Les vamos a mostrar cómo nos fue a cada uno uwu.

IGNACIO ARAYA, ALIAS NACHO

Un solo match, penca

No me fue bien en Tinder. A pesar de que puse un Cif, producto tremendamente útil para dejar limpios los desastres de la cocina cuando uno fríe hamburguesas, el interés por mi durante los primeros días fue mínimo. Le di like a decenas -me atrevería decir que cientos- de chicas, sin importarme lo que dijera su descripción o la foto que pusieran. Like, like, like. El dedo deslizando a la derecha hasta el infinito.

Quizás el problema era la descripción. Intenté hacerme el chistoso con algo así como “Me gusta comer Trix sin leche” pero después de analizar mi propia descripción, la encontré sin gracia. ¿Alguien querría entablar una relación con algo tan nada como el aburrido hecho de desayunar cereales sin leche? ¿A quien chucha le podría parecer atractivo? Nadie, creo. Por lo mismo, varié mi descripción al clásico estereotipo medio filósofo de la vida, pensando en la constante superación y el espíritu y blablá y todas esas mierdas mirando al horizonte: “Que la vida sea un río en constante flujo. Rebelde ante la injusticia. Reiki Acroyoga. ‘Superarse a si mismo es el óleo de los valientes’ (A. Jekkins). Resiliente, templanza eterna. Buscando compañía en el fondo de una taza de té. Salimos de trekking? UwU”

La descripción de mino intelectual y deportista fue adornada con emojis y algunas actividades espirituales como el reiki y el Acroyoga (y una cita inventada de un autor inventado).

Esa misma tarde tuve un match. La conversación partió con un “Hola, ¿Que te parece el nuevo Cif control Sarro?”. A los minutos, ella respondió con un simpático “jaja, es una broma?”. Naturalmente casi lo era, pero dije que no. Dos horas después, el match con la chica no existía y la conversación borrada en el infinito olvido de internet. Penca.

TINDER. La aplicación ofrece opciones especiales para ver quien está interesado en  uno, pero hay que pagar.

MARÍA JOSÉ PARKER, ALIAS AMARANTA

87 matches con un detergente

No esperaba realmente que me fuera tan bien en Tinder. Realmente mi descripción se formó por los memes que circulaban en internet burlándose de las típicas descripciones genéricas de minas cuicas y aun así, la atracción hacia mi perfil llegó hasta los 87 matches. “Lo escencial es invisible a los ojos”.

“Vegan. Psicología, Viajera y me gusta leer. Mamá de dos hermosos gatos. Me gusta la música, el arte y la poesía. Namasté” Sin duda, los detergentes son bastante superficiales al lado de una descripción que pueda tornarse interesante para un hueón califa que ni siquiera quiere conocerte o cuestionarse si el perfil es real, ya que como dos personas me invitaron a salir.

PAMELA CASTILLO, ALIAS MELISA

Una foto de Quix para 134 matches

No me costó mucho armar el personaje: Una típica chiquilla de 21 años que sabe que su fuerte no es la belleza y que debe mostrar por otras formas que es valiosa. Admito que exageré burdamente. Una estudiante de gastronomía del Inacap, dispuesta a hacer lo que esté a su alcance, como inventar que le gusta jugar LOL u ofrecer alimentar a su cita, con el fin de conseguir un pololo. O al menos, la aprobación de Tinder.

Esta es la descripción:

Me llamo Melisa, me encanta la limpieza, la pulcridad, cocinar y comer. Gastronomía Internacional. Me gusta toda la música. Busco a alguien con quien jugar LOL: Matías del Rio UwU y tomar cervezas. Yo te cocino cuando quieras.

Ya, el tema de la limpieza, la pulcridad es exagerado y quizás prejuicioso con las personas limpias, pero últimamente en redes sociales he visto cómo nosotras mismas, que nos creemos empoderadas, nos seguimos aferrando a estereotipos de lo que significa ser mujer. Videos de hombres llamando a otros a “ayudar” en las tareas del aseo, porque para ellos es revolucionario.

Y a nosotras mismas mintiéndonos y mintiéndole a los tipos que nos gustan solo para llamar su atención.

Es terrible, pero el machismo lo perpetuamos nosotras mismas. Me incluyo en todo, porque cuando pendeja también me mentí a mí misma para agradar al resto. Pero locas, estamos en una revolución, en otros tiempos. Date cuenta. 

Una mujer con una foto de un Quix en Tinder, me enseñó que los hombres pueden seguir queriendo una mamá o ama de casa para pololear, sólo que ahora no quieren que sea mojigata, sino que apañe.

Hacer una descripción de una “mina ideal” hizo que 143 tipos me hicieran match en un día y de los 31 mensajes que recibí, fueron, mayormente, de chiquillos que tiraban la talla con el Quix y muchos otros invitando a jugar lol.

A los pocos que le respondí, tuvieron la intención de hablar en serio y no fueron directo al choque con temas turbios o sexuales. En el pasado, cuando simplemente no me importaba el tema del amor. Supuestos amigos se pasaron rollos de curados o de engrupidos: fueron impertinentes y lanzaron propuestas sexuales incomodas; me hicieron sentir insegura y botaron a la basura años de amistad.

La niña farsante no llegó al punto de juntarse con los chiquillos de la aplicación ni a pasar esas situaciones incomodas con alguien que quizás no tenían química. No sabe cómo se van a comportar, pero si yo fuera ella, tendría miedo de llevar a cabo una cita que puede ser un éxito o un desastre: como un acoso o cualquier situación trágica que vemos en las noticias.

Siempre he pensado que Tinder es sólo para un “touch and go” y luego chao. Pensaba que la app ahora tenía un nuevo contexto y un nuevo fin: buscar parejas sexuales de un día. Pero lo poco que vi, no fue así, quizás no alcanzó a serlo o quizás sólo tuve un trato especial.

Mi personaje no es para ridiculizar a nadie, sino para que empecemos a ser sinceros con nosotros mismos y dejemos de manipular con “mentiras piadosas” al resto.

No sé cuáles son las situaciones en que los hombres mienten para sentirse validados. Pero esto es para todos.

¿Es necesario buscar aprobación de los demás y del sexo opuesto, para sentirnos valiosos?

¿En algún momento podríamos convertirnos en una sociedad civilizada y dejarnos de farsas? Ya vivimos en constantes apariencias en redes sociales. Es ridículo y penoso.

Tuve 143 match por una foto de Quix y por mentirle a los hombres con que soy una “mujer perfecta” para ellos.

¿Ustedes creen que debería sentirme orgullosa de eso?

ÁNGEL GUZMÁN, ALIAS BRYAN

Censurado por ser un Klenzo

Hace un año usé la app Tinder como por dos semanas y no me gustó, porque nunca he sido de buenas relaciones a nivel de internet ni en la vida real.

Decidí apoyar este experimento amoroso y nuevamente volví a fracasar al usar un Drive como foto de perfil más la descripción de un estereotipo de rockero que escucha la radio Futuro y hace la mano así “lml” por todo.

Apenas logré “encantar” a dos personas que ni siquiera sé quienes son porque aparecieron borrosas y sólo logre chatear con Amaranta que era un Omo o Ariel. Debe haber sido porque mi primera opción fue rechazada: Klenzo, ya que al día de usarla y recibir aprobación sentimental, Tinder la borró argumentando que infringí sus términos de uso. Ni los leí y me pareció censurador, porque tampoco iba a vender Klenzo ni tampoco creo que sea ofensivo su envase. 

Solo quería ser un producto sentimental más y me parecía atractivo ese envase de sapolio. Lástima que para encajar en el mundo del amor tengas que adaptarte a las normas de otros que no te dejan sobresalir por la fascinación que siento por el Klenzo, del cual me tomaría un shot ahora mismo y limpiaría el baño con eso. En fin, puse hartos corazones (como unos 40) a personas y fue divertida la experiencia de llegar a ser atractivo siendo un detergente. Saludos a las chicas difuminadas que le dieron like al drive. Lo más turbio fue ver diversidad haciéndose pasar por mujer y nada más uwu.

Conclusiones

Ahora un poco mas sobrio y con menos acidez de un rato. Me pongo a pensar en que quizás nuestra soledad es por que no encajamos en esta sociedad moldeada, no puedo tener gustos distintos como comer atún con trix o que no me guste el trap.

Eso me hace altamente extraño y potencialmente candidato a vivir en una pensión a los 50 con un daño hepático irreparable. Quizás debería adaptarme y aceptar que debo ser un estereotipo para tener amigos y poder acceder a tener una familia bonita. Que vayamos a comer helados al parque y luego ir a cenar al Mc Donald’s como la típica familia de Antofagasta.

No sé… me gustaría que las cosas fueran distintas. Igual me considero súper idealista en cuanto al amor y las relaciones interpersonales. Yo creo que sólo debería ir a comprarme una bufanda y unos lentes sin aumento y juntarme a beber borgoña escuchando Bloque Depresivo y extrañando la Unión Soviética, como lo hago a diario uwu.

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