Por Ignacio Araya
Fotos de Carlos Bracamonte 

Comerciante
Marcelo Santander (54) eligió un trabajo sin competencia. Desde 1989 vende helados a los turistas que visitan la Mano del Desierto, a 68 kilómetros del heladero más cercano, en Antofagasta. En su caja tiene paletas de leche y de agua.

El estratega de la sed  
El hombre se sube en un bus alas 9 de la mañana y se viene en otro a las 5.30. Si aún le quedan helados, lo más probable es que los venda todos a los pasajeros que vienen sedientos de la lejana última parada, en Chañaral.

Accidentes en ruta
Una vez estaba sentado en su cajón muy a la orilla de la carretera, cuando de pronto pasó un camión a toda velocidad que se dio vuelta poco más allá. La fuerza centrífuga lo hizo volar, pero no le pasó nada. El camión quedó hecho bolsa sí.

Familia y chirimoyas  
A varios cientos kilómetros al norte, en la ruta entre Antofagasta y Calama, hay una caseta blanca ubicada en un lugar que le dicen “El Oasis” aunque de oasis tiene poco. También hay alguien vendiendo helados ahí: es el hermano de Marcelo, quien le dio el dato de venirse a la Mano del Desierto.

 

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