Andy Ortiz, de San Alfonso, se preparó durante años para romper un récord argentino de cruzar la cordillera, prácticamente corriendo, lo que se llama trail running. Para eso se enfrentó a siete helados ríos. Uno de ellos, ultra peligroso, estuvo a punto de comérselo. Regaló provisiones a un descompensado montañista y llegó a la meta sin voz ni aire.

Por Felipe Núñez, desde San José de Maipo

Una ruta de 80 kilómetros llegan de obstáculos, donde el gélido viento y la altura harían desfallecer a cualquiera. Cruzar la cordillera no es fácil, los peligrosos senderos, grandes ríos y quebradas hacen de esto un gran desafío. Andy Ortiz, de la comuna de San José de Maipo, logró superar las circunstancias de una arriesgada ruta en solitario y sin asistencia, superando las marcas de tiempo establecidas. En algunas instancias del trayecto estuvo cerca de botar su bolso. El peso de su equipo lo hacía dudar, sin embargo no se dio por vencido y, haciendo una reflexión profunda, logró iluminar tanto su mente como su camino para seguir adelante. Ahora mira con calma hacia atrás.

Andy Ortiz, de 41 años, es guía turístico y profesor de artes marciales. Su viaje de querer cruzar la cordillera solo en modo Trail Running comenzó cuando, en 2012, era concejal de la comuna de San José de Maipo. Aquella vez recibió a una delegación de Argentina que habían cruzado Los Andes 21 veces, el Club Andino Tunuyán, desde Tunuyán hasta la comuna vecina del Cajón del Maipo.

Ellos lo invitaron el 2013 a hacer la ruta que abordaba, entre muchas circunstancias, cruzar siete ríos. Una vez que conoció el camino trató de hacerlo solo pero no lo logró. Lo peor fue cuando tuvo que enfrentar el río Tunuyán que venía enorme ese año. Buscaba lugares para avanzar, pero no. Un grupo de gauchos lo ayudó.

–Ahí yo dije no, para esta cuestión hay que prepararse mejor. Y ahí estuve todo otro año armándome, desde capacidades, la resistencia, el equipo para enfrentar el cruce. Y ahí yo dije: Oye, me gustaría hacer esto, pero tal vez con velocidad. Y empecé a buscar historias sobre el cruce y había un grupo de argentinos, que tampoco recuerdo el año, pero ellos tenían el récord y eran cuatro argentinos que siempre estaban cruzando en velocidad y entre ellos se ayudaban y con cuerdas.

–¿Cuántas horas te tomó cruzar la primera vez?
–La primera vez yo me acuerdo de que me tomó como 35 horas, algo así. Y lo hice no tan rápido.
–¿Esa primera vez fue sin preparación?
–Sin preparación, claro. Bueno, la cosa es que ellos tenían el récord que eran, creo que de 32 horas, y cruza un grupo de chilenos y baja un poco esa cota de tiempo. Lo bajaron a 31 horas. Entonces pasan los argentinos y hacen 30.
–Se iban superando cada vez que cruzaban.
–Claro, y hacen 30, y después vuelve a pasar este grupo de chilenos y no logran hacer un mejor tiempo. Y los argentinos se quedaron de nuevo con el mejor tiempo de 30 horas. Bueno, la cosa es que yo me preparé todo un año. Fui a los lugares más altos del Cajón del Maipo a dormir y ahí hacía preparación en altura, trotaba en ese lugar. Empecé a tomar como otra condición física para enfrentar la altura y el frío también.

DEPORTE. Los ascensos exigen permanente actividad física y preparación a las alturas.

La preparación de Andy fue primordial. Salía a trotar todos los días cerca de 10 kilómetros desde su casa en San Alfonso, entremedio tuvo un viaje por Perú y el sur de Bolivia, donde aprovechaba cada lugar con subidas y alturas para continuar con el entrenamiento. En una ocasión un guía turístico lo esperó por un buen rato para que trotara por el desierto de Dalí, a más de 4.000 metros de altura.

–Llegó el día y unos amigos me fueron a dejar a las Termas del Plomo, que es el primer punto donde uno tiene que llegar. Ahí ellos me dieron todas sus bendiciones y me dejaron ahí solo. Cuando se va el auto ya estaba solo, así solo, no había otras carpas. Me fui a dormir a un baño viejo, incómodo y ahí fue mi primera noche, para arrancar muy temprano en la mañana y cruzar el río Plomo, que ese río venía grande. La cosa es que paso el río Plomo muy helado y ahí empiezo a subir este cerro que se llama Piuquenes, claro, que tiene 4.030 metros de altura. Y yo llegué a esa cota trotando, no hice todos los tramos, por supuesto, trotando, pero hice gran parte de los tramos que normalmente una persona lo hace en cuatro horas o cinco horas, lo hice en dos horas cuarenta. Una cosa así fue.
–Casi la mitad de lo normal.
–Claro. Entonces, llegué a esa cota y después bajé a los valles argentinos y pasé todo el otro río muy rápido y llegué al Tunuyán a las cinco y media de la tarde. Ese tramo de cruzar el Piuquenes y llegar a la falda argentina, desde ese punto hasta el río, es un día más normalmente. Yo hice dos tramos que se hacen en dos días en un día. Entonces llegué muy cansado al río y también me encontré con un río enorme que venía en dos brazos y eran imposibles cruzar, cualquiera de los dos. Llegué a un momento en que vi y dije ya, o atravieso dos brazos, o atravieso un brazo entero, para hacerlo rápido, y busqué lugares y dije ya, este es el momento. Y me largo y me agarra la corriente central del río y me dio vuelta, me hundió. Y ahí fue como “dale, dale, dale, dale”. Y mis piernas estaban tiritando y empecé a como aletear, aletear, aletear, hasta que salí a la orilla. Y ahí me entró la euforia y empecé a gritar: “!Aaaahh, no necesito ayuda de nada!” Yo estaba contento, había atravesado. Casi me moría. Y ahí llegan los militares argentinos, que al otro lado de ese río hay un refugio que se llama Real de la Cruz, y llegan los militares tarde, porque yo hice varias señas para ver si es que ellos me ayudaban. Ya estaba cayendo el sol, cinco y media de la tarde, y ahí yo dije ya me largo y cruzo el río solo.
–¿Y lograste hacer que te ayudaran o no te pescaron?
–Llegaron después, y cuando llegaron los militares les digo ¿por qué no me ayudaron antes? Estuve llamando mucho rato, les dije. Me respondieron: “No, ché, pensamos que vos no ibas a cruzar, que el río está grande, además, hace una semana atrás se murió un argentino, el río se lo comió -me acuerdo de la expresión “el río se lo comió”-, y este flaco era mucho más alto que vos, entonces, pensamos que vos te ibas a morir”. Ahí ellos me dicen: “Bueno, te vamos a llevar al refugio”, pero este año no estaban recibiendo turistas porque algo había pasado con un grupo meses antes y la determinación del Ejército Argentino con respecto a ese refugio era no recibir más turistas. Entonces, llego ahí y me recibe el capitán, que era un cabro joven, y él me dice: “Yo te estaba viendo desde mi catalejo, -así le llamaba al binocular-. Yo Pensé que te morías, loco, así, de verdad, estábamos esperando que el río te llevara. Y cuando vimos que lograste cruzar, yo mandé a los chicos para que te fueran a recibir”. Me dijo: “Bueno, y te habrán contado que nosotros no estamos recibiendo a nadie acá”. Ahí yo le dije que podía dormir afuera. Yo conozco este refugio, puedo dormir debajo del techo, afuera de la cocina. Me dice: “No, mirá, por lo que vos has hecho, vos vas a dormir acá adentro, te voy a dejar dormir”, y ahí me pasan una cama con colchón, acceso al agua caliente, que era lo que más quería, hasta vi una película con ellos, me invitaron a comer de sus cosas, bueno, yo andaba con un pisco, porque yo sé que a ellos les gusta mucho el pisco chileno y les dejé un pisco de regalo.

Este era el punto intermedio de la ruta que llevaba y ese día Andy salió a las seis de la mañana para subir, pero empezó a sentir el desgaste por lo realizado el día anterior y, cuando llevaba casi dos horas en eso, se encontró con un montañista deshidratado bajando de un refugio. Entonces le dio su agua.

CIMA. La frontera entre Chile y Argentina tiene numerosas alturas para hacer montañismo.

SOLEDAD EN EL FRÍO

Cerca de una hora y cuarenta minutos se quedó con el joven montañista descompensado, hasta que pasó el reemplazo de la guardia militar, quienes lo subieron a un caballo para atenderlo. Así Andy continuó su camino, esta vez sin mucha agua, por lo que la deshidratación comenzaba a deteriorar su rendimiento, pero él siguió y logró superar la altura del Portillo Argentino. Ya abajo, en un sector llamado Yaretas, fue recibido por la gente que se encontraba en el lugar, entre ellos, sus amigos mendocinos.

En ese instante llevaba la lengua pegada y no podía hablar. Así terminaba de cruzar la cordillera en soledad, en medio de aplausos espontáneos. Su recorrido fue en modo Trail Running y le tomó 29 horas y 36 minutos desde las Termas del Plomo hasta los 4.400 msnm del cerro Portillo Argentino, estableciendo este récord sin asistencia alguna. El hecho fue mencionado en una entrevista que le hicieron en la Radio Andina de Mendoza y en la revista Sin Límites de Chile.

–¿Durante el cruce te pasó algo que te hiciera dudar?
–De las cosas que me pasaron, me acuerdo de cuando iba muy reventado. Yo quería botar a toda costa el bolso y yo creo que me pasó más de cinco veces de verdad, querer botar todo mi equipo. Yo iba con una mochila, no llevaba carpas, había muchas cosas que no tenía, pero igual el bolso me quedó pesado. Yo creo que llevaba, no sé, 15 kilos, pero 15 kilos en esos tramos era mucho. Tendría que haber hecho algo mucho más acotado, quizá. Pero bueno, tal vez falta experiencia y todo, pero ese fue el peso y sí, quería botar el bolso. Pero también ahí hice esa reflexión de que la vida es un poco eso. Uno siempre quiere como tirar la toalla, pero los que siguen, como que logran llegar a ese umbral, y al pasar ese umbral, te llegan informaciones como medias espirituales.
–¿Tú crees que, ya conociéndose la ruta, uno la puede hacer un poco más rápido o saltarse a ciertas partes que quizás eran más peligrosas?
–O sea, la idea es para no morirse y no desviarse, porque uno acota los alimentos. La cosa es que, si se te alarga dos días más, ya se rompe toda la logística de lo que tú armaste para cierta cantidad de tiempo. Entonces, es muy importante mantenerse claro con la ruta. Y lo otro es que claro, si te llega a pasar algo y te metiste en un valle chico, ahí sí que créeme que es muy difícil que alguien te encuentre, porque yo crucé sin GPS. La única forma de que, si me pasaba algo, me fueran a rescatar, era que yo no llegara el día X que tenía estipulado. Me esperaban un día más y se activaba una alerta de que algo me había pasado, pero me tenían que buscar en todo ese largo.
–¿Ahí fuiste con alguna brújula o alguna cosa que guiara?
–No, solo por reconocimiento de la ruta que ya había hecho con los argentinos. Bueno, yo esa ruta la hice dos veces. La hice con unos amigos. Después yo me mandé solo, pero muy lento, sin buscar tiempo.
–¿La vuelta cómo la hiciste?
–Me fui a la terminal de Mendoza y luego para acá, a Santiago. Y así hice todo mi retorno.
–¿Y acá cómo te recibieron?
–Mira, fíjate. Eso es una de las cuestiones que siempre comento, de que en Argentina a mí me llevaron, bueno, como te decía, a la radio, fui a la Fiesta de la Vendimia y ahí también me hicieron una mención de manera sorpresiva, o sea, había un grupo de gente que estaba pendiente de la noticia y dando reconocimiento. Cuando yo llegué acá, siendo funcionario de una municipalidad, muy conocido en mi comuna, no me hicieron ni un asado. Entonces, ahí también se ve un poco cómo otros valoran el logro, sea cual sea. Acá yo creo que en el tema de los deportes, si tú no juegas fútbol, no te reconocen.
–¿Oye, si se llega a validar el récord a través de los Guinness, igual te gustaría recibir así como algún auspicio de alguna de esas marcas de outdoor?
–O sea, claramente que siempre ayuda. Yo pedí ayuda a varias empresas que no las voy a mencionar, pero todas me dijeron: “No, es que en esta fecha ya pasó”. En el fondo, todas se negaron. Cuando son inscripciones de Guinness, todos llegan a ofrecerte cosas. Entonces ya tengo el listado de los que me dijeron que no para decirles que no. Claro, cuando sea el momento.
–¿Y has pensado en hacerla de nuevo?
–Tengo ganas de hacerla de nuevo.
–¿Quizás romper el récord?
–Ahora me gustaría hacerlo, pero yo sé que hay gente, incluso más joven, que lo podría hacer más rápido, seguramente. Pero hacerlo con inscripción Guinness. No importa que después lo pasen, pero va a ser la primera. Y ese es como mi proyecto, de verdad mandarme…

CUMBRE. Sólo con lo necesario para sobrevivir se realizan estas travesías.

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