Hay 16 personas extranjeras que han sido sepultadas en los cementerios de Iquique sin un rut que acredite nombre o apellido. En vida, fueron migrantes que se aventuraron a cruzar el desierto desde sus países hasta encontrar la muerte en tierra extraña. Las autoridades buscan a sus familiares en distintos países, la gran mayoría de las veces sin éxito por la falta de vínculos a los cuales referirse, sumado a que la representación venezolana en Chile se les hizo insostenible seguir colaborando. Tal vez nunca se sabrá donde comenzaron su ruta, pero sí donde terminaron: en una solitaria fosa sin nombre.

Por Pamela Castillo, desde Iquique
Fotografías de Johan Berna  

Tito Rodríguez, administrador de los Cementerios Municipales de Iquique, se sienta en una pequeña oficina a la entrada del Cementerio 3 y con los datos en mano, comienza a contar sobre la llegada de migrantes al camposanto. “Desde el 2019 a la fecha, nosotros hemos recibido 16 cuerpos de migrantes que no tienen rut”, relata Rodríguez, quien además cuenta que el Servicio Médico Legal ha colapsado en varias instancias debido al aumento de personas falleciendo en la vía pública o en muertes violentas.

Semanas anteriores, Marcelo Lazcano, director del Servicio Médico Legal de Iquique, reveló que desde que empezó la migración han tenido que hacerse cargo de recoger e intentar encontrar a los familiares de los migrantes fallecidos, sin tener mucho éxito en eso. Indica que cuando comenzó el fenómeno, tuvo a una persona esperando ser reconocida durante todo un año, pero con el aumento de las muertes, los plazos han ido disminuyendo.

“Hay un porcentaje muy reducido que son retirados, porque habían familiares o amigos que los estaban esperando, pero la mayoría han tenido que ser inhumados (sepultados) por nosotros. Por un tema sanitario y como un derecho humano”, expresa.

Para Lazcano, el SML simplemente debió hacerse cargo de esta situación: “Solo explotó”.

“Nos tenemos que hacer cargo de algo que estalló no más”, dice Lazcano, quien afirma que cuando ocurren estos hechos debe gestionar con distintas instituciones para tratar de encontrar a los familiares. “Solicito apoyo a nivel central con la Fiscalía Nacional, con la PDI, con la Interpol, para que informen que tenemos personas acá”, expresa Lazcano lamentando que el consulado venezolano no responda cuando se le pide esa ayuda.

En el norte de Chile el miedo se expande por la llegada de la banda internacional llamada “El Tren de Aragua” y la poca solidaridad frente a los migrantes recién llegados se hace cada vez más débil. En ese escenario, el Servicio Médico Legal busca la forma de encontrar a los familiares de las personas extranjeras fallecidas en la frontera, y en la vía pública. Docenas de veces no lograron su cometido.

Miguel Espina, de 27 años, es uno de los miles de migrantes que ha cruzado de forma clandestina por Colchane, llegó con su pareja y no es uno del total de 27 extranjeros que han fallecido tratando de cruzar, de acuerdo a cifras de la Delegación Presidencial de Tarapacá. Pagó pasajes para que los trasladaran hasta el límite de la comuna fronteriza, los dejaron en medio del desierto y les mostraron el camino: al ir hacia la derecha se llega al refugio de migrantes, a la izquierda, es un “transporte completo hacia la comuna de Iquique”.

“A los que doblamos a la derecha no nos pasó nada, llegamos a Chile y tuvimos que esperar que los Carabineros fueran hacia nosotros para entrar al refugio. Los que quieren llegar a Iquique, van por la izquierda. Ellos llegan a Iquique o les roban en el camino”, explica Espina.

SML. “Nos tenemos que hacer cargo de algo que estalló no más”, explica Marcelo Lazcano, director del Servicio Médico Legal.

Quien no corrió la misma suerte fue una mujer de 41 años, identificada como Raquel Pacheco Arias, que murió de hipotermia cerca de Colchane y se convirtió en la víctima número 27 de la migración clandestina. Fue encontrada sola en medio de la frontera. En el lugar no había presencia de familiares ni de testigos.

El mismo alcalde de la comuna, Javier García, alerta sobre la concurrencia con que sucede esta situación. Esta vez llamó al Gobierno a insistir en la expulsión de las personas bajo los ingresos irregulares.

“El no hacerlo produce el florecimiento de mafias dedicadas a la migración irregular, trata de personas y otros delitos. Hago un llamado urgente al gobierno para que nos escuche y ponga medidas concretas para evitar nuevas tragedias”, dijo el alcalde.

La mujer de 41 años es una de las personas que pasó por el Servicio Médico Legal. También puede ser una de las olvidadas en las cámaras de frío.

En el camposanto hay una calle que se llama Los Nogales, donde fueron a parar las personas no reconocidas. Las tumbas solo tienen una marca: “SML”.

El administrador de los cementerios relata que no tiene la información donde murieron estas personas, pero sí sabe que varias murieron en la frontera. “Sé que murieron por hipotermia, por ataque al corazón. Hay dos cuerpos que –como popularmente se dice– fueron burreros, porque tenían ovoides dentro del cuerpo. También pasa mucho que mienten, llegan con otro nombre y hay inconsistencia en la documentación. Son pocos los cuerpos que vienen con identificación de sus países que son originales”, afirma.

Los datos recabados por las policías locales han logrado determinar que en la frontera han registrado a personas que son amenazadas y obligadas a transportar droga en el cuerpo. Esto, por la presencia de mafias operando en medio de ellas. En ese contexto, es difícil determinar quién es parte de una organización criminal o quien es una víctima.

“El Servicio Médico Legal nos oficializa y solicita al cementerio facilitarles el nicho donde se puedan entregar los restos”, dice el administrador Tito Rodríguez, quien cuenta que estas personas pasan a nichos sociales, los mismos que se le entrega a las familias cuando la situación económica no es la idónea al perder a un ser querido.

Tras ese relato, Rodríguez asegura que no quiere hacer exhumaciones (desenterrar a las personas), pero asevera que el cementerio está colapsando, por lo que esperará tres años a que busquen a sus seres queridos. “Si Dios no lo quiera, no tengo capacidad, esos cuerpos estarían pasando a fosa común”, manifiesta.

BOLIVIA Y CHILE. Una delgada línea separa ambos países a la altura de Colchane.

Alfredo Nunes fue activo colaborador de la agrupación “Venezolanos en Iquique”. Cuenta que cuando llegaron a la ciudad participaban constantemente para apoyar a sus compatriotas a llegar a su destino, e incluso hacían colectas para ayudar a las familias de los primeros fallecidos en la frontera; hasta que el éxodo venezolano se hizo insostenible para ellos.

“Lamentando mucho el número de personas que ha fallecido en la frontera, pero ha crecido tanto que es imposible que nosotros, como agrupaciones sin fines de lucro, podamos ayudar y por otro lado, la embajada siempre ha hecho la vista gorda con respecto a este tema, así que las personas que fallecen están a la deriva”, dice el hombre.

Nunes recuerda que anteriormente se recomendaba cremar los cuerpos y después enviarlos a su país. “La repatriación de los cuerpos es costosa y compleja, y si vienen en esas condiciones quiere decir que no tiene dinero para estar devolviéndolos. Hasta ahorita no hemos conocido a ninguno que se repatrie, todos los que hemos conocido nosotros, han sido cremaciones. No conocemos repatriados”, relata.

Eso sí, afirma que aún tienen una página de Facebook en la que publican información para buscar a las personas desaparecidas.

Este medio intentó tener una declaración de la embajada venezolana, pero no tuvo respuesta.

Alfredo Nunes reflexiona sobre seres humanos cuyos vínculos se han ido disolviendo como polvo en el desierto. “Hay gente que está desaparecida y uno no sabe dónde están. Algunos caen en la droga, algunos andan en la calle, algunos siguen su camino, son robados, asaltados y no se comunican hasta dos o tres semanas después con sus familias. Hay algunos que están fallecidos y, lamentándolo mucho, la familia no sabe”.

PASO FRONTERIZO. Hay pocos lugares donde la frontera tiene cierta permeabilidad autorizada, como este paso donde circulan los habitantes de Colchane y Pisiga, por el lado boliviano.

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