Luis RamírezLuchando contra la fuerza de un bote invisible Bush in Action septiembre 29, 2022 Crónicas, Deportes 725 El Campeonato Nacional de Remo Ergómetro, en Puerto Varas, junta en un gimnasio a cientos de entusiastas jóvenes que van cayendo de a uno, desmayados de tanto cansancio. La razón de ello es el esfuerzo que ponen en el ergómetro, una máquina de ejercicio que se debe trabajar igual como si remara un bote, pero en tierra. ¿cuánto se puede luchar contra uno mismo? Por Luis Ramírez, desde Puerto Varas Suelta el mango del ergómetro y sus ojos se van a blanco, su mente ya lo estaba hace rato. Los brazos tiran, la espalda se aprieta y las piernas queman, queman y queman. Son mil agujas entrando en cada músculo de remeras y remeros llegando al límite de su resistencia. Impacta verles, desde las series más pequeñas en las que niñas y niños de ocho años empiezan a sentir este desafío como un juego que, con el avance de los años, se transforma en una casi tortura. Estamos en Puerto Varas en el Campeonato Nacional de Remo Ergómetro. ¿Qué hay detrás de este ejercicio de auto explotación y terribles sensaciones? Vamos por parte. El sur de Chile se ha caracterizado por aportar deportistas a esta disciplina. Ríos y lagos son las pistas ideales para botes fabricados en fibra de carbono y aluminio para aminorar su peso que llevan tripulaciones singles (individuales), dobles, cuádruples y hasta ocho remeros. El club más antiguo de Puerto Montt es el Estrella Blanca que tiene su sede o más bien, su Casa de Botes en el sector de Chinquihue, pasadito el estadio más hermoso del mundo (inserte emoji mirando hacia arriba) y a orillas del canal de Tenglo. Con 87 años desde su fundación en 1935, en sus botes “se han nacido y crecido” y exportado destacados seleccionados nacionales. El más reciente es Eber Sanhueza, que a sus 24 años ya ha participado en distintas competencias internacionales, destacando mundiales y los últimos Juegos Olímpicos. Desde Puerto Montt a Japón. Igual buen pique. CAMPEONATO. Existen diferentes categorías desde niños de 8 años hasta los adultos. Los kinesiólogos del equipo médico tuvieron bastante trabajo. El remo es un deporte caro que practicarlo individualmente sería exclusivo para ricos. Corta. Un bote vale más de 6 millones de pesos. Palas y otros implementos varios miles más. Tener donde dejar el bote, trasladarlo y un muelle de embarcar son más complicaciones para un simple mortal. El ergómetro es, básicamente, una máquina de ejercicios que simula el movimiento y la fuerza que una persona debe hacer si está en una pequeña embarcación. Mucho brazo, mucha pierna, mucho todo. Colectivamente, el ergómetro abre puertas a quien quiera subirse al bote, empezar a sacar músculos y -sin querer- convertirse en un maniático obsesivo en busca de la perfección. Volvamos a Puerto Varas. Empiezan las competencias y el nivel de autoexigencia es alto. El campeonato es organizado esta vez por la Asociación Regional de Remo Archipiélago (ARRA) que agrupa a clubes de la región de Los Lagos y hoy se subirán a las máquinas más de 400 deportistas que llegaron desde Valparaíso, Bío Bío y la Araucanía. Son cabros y cabras chicas, jóvenes, adultos y tatitas arriba de un armazón metálico con un mango y cordel que simula movimientos y fuerza a realizar en el agua. O sea, están arriba del bote, pero sin el bote. Los niños de 8 a 12 años realizan 500 metritos para partir, su categoría se llama pre alevines y alevines; 1.000 metros es la distancia para infantiles, 13 y 14 años; 2.000 para cadetes, juveniles, sub 23 y adultos. A los jóvenes de 27 años se termina lo duro y empieza lo mismo, igual de duro pero más corto, la categoría master, donde hay remeras y remeros que pasan los 70 años y se echan al hombro 1.000 metros por competencia. PASIÓN. Los participantes rinden al máximo sus esfuerzos para superar una competencia y una prueba con ellos mismos. Los 10 metros por palada, que burdamente dicho es el tirón que le dan al mango, es el avance virtual arriba del ergo que, mientras más competencias, pega en el palo de lo irracional. Cincuenta, cien y doscientas paladas deberán dar para terminar la carrera donde aparte de competir con quien está al lado, compites contra ti mismo. Contra el cansancio, los calambres y, además, el rival más duro: tu mente. Encima de eso, inevitablemente tu cuerpo pide que pares. No puede más. Tus piernas están temblando de tanta exigencia. Pasaste de cero a mil en un segundo y ya llevas cuatro minutos de repeticiones. Quieres terminar, pero más aún, “quieres bajar tu número y no morir en el intento”, dice un remero al que llamaremos Fermin R. No, mejor F. Ramírez. Bueno, Fermín Ramírez Bravo, décimo clasificado en categoría infantil en este campeonato nacional y remero de Estrella Blanca. –Lo hago sin pensar– dice mientras trata de encontrar las palabras adecuadas para describir las razones de exponerse voluntariamente a este tormento llamado ergómetro. “Me entrego al dolor, pero sabiendo que hay cientos de horas de entrenamiento. Pienso en mis esfuerzos para entrenar, levantarse los sábados a las siete de la mañana, salir del colegio todos los días para ir al club. Antes de competir, calentando, revisas y piensas en tu estrategia para afrontar la carrera. Mientras camino hacia el ergo llega el nerviosismo y la ansiedad. Te dan el ¡Go! (punto de inicio de la carrera) y empieza la autoexigencia, la lucha contra ti mismo. No puedes abandonar. No te puedes equivocar. He competido con influenza y 39 de fiebre, así que algo de obsesivo tiene el remo”, cuenta Fermín Ramírez. En el gimnasio fiscal de Puerto Varas pasean relajadas las auspiciadas hermanas Abraham, Soraya Jadue que es un baluarte del remo en Chile (tiene más de 40 años y compite en adulta, crack), Eber Sanhueza, los hermanos Oyarzún y varios seleccionados y seleccionadas nacionales. Entre todas ellas suman más medallas y participaciones en Juegos Olímpicos, Mundiales, Panamericanos, Odesur y más torneos internacionales que todo el fútbol chileno. Pero como aquí no hay pelota, tampoco se la dan mucho. Avanzan las competencias y de repente un grupo de chicas, jóvenes, están dándolo todo. Empezó la categoría juvenil con 2.000 metros por carrera y empieza a ocurrir algo que solo se puede ver en este deporte. El público alienta. Entrenadoras y entrenadores que acompañan a los deportistas, más que dar instrucciones, motivan a punta de gritos a los y las competidoras. “Últimos 100 metros”, grita un relator por el altoparlante. “¡Se acerca a la meta, últimos 50, 40, 30, 20, 10, primer lugar!”, complementa. No se alcanza a ver bien el club que ganó, pero sí el primer desmayo. ¿Cuántas ambulancias habrán afuera? Segundo desmayo. Chucha, ¿cómo los van a desdesmayar? Los no desmayados se paran a medias y a muchas y muchos las piernas no les iban. Se caen. Necesitan asistencia. Hay un par de kinesiólogos que, medios confundidos, acuden a un llamado, dos, tres; después ya se dan cuenta que van a tener harta pega. Viene el Juvenil Masculino. Listo, puros cabros musculosos y mentalizados. Empieza otra vez, pero ahora un flaco no alcanza a terminar la carrera y se desmaya en plena competencia, sale disparado hacia atrás botando sillas y entrenador incluido. Otro desmayado. Otro. Otro. Converso con la organización y pregunto si es que tienen algún plan para resguardar o tapar a los deportistas mientras son reanimados. En realidad, nadie parece estar muy sorprendido. A otro flaco lo afirman del cuello y le dan palmadas en la cara para que no se nos vaya. Pero el flaco ya está ido hace rato. La ansiedad. El nerviosismo. El “¡Go!” La mente en blanco. La pelea contra ti mismo. La satisfacción de llegar al final. Termina la jornada con una competencia mixta de equipos en la que hacen piques cortos para completar 10 mil metros y ahora es un poco chistoso. Todos terminan sus piques y salen corriendo como bambis recién nacidos, medios patulecos y desarmados. Ganó el Club Prat. Premiaciones y discursos varios, fin de la jornada. Todos y todas bien. 400 deportistas han sobrevivido al VI Nacional de Remo Ergómetro. Poco antes, uno de los agotados competidores despierta del desmayo, extenuado de tanta fuerza perdida. –Estoy pal pico– dice. PUERTO VARAS. Más de 400 deportistas participan de este campeonato, muy exigente física y sicológicamente. Hacer Comentario Cancelar Respuesta Su dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web